Alicia ANOTADA by Lewis Carroll

Alicia ANOTADA by Lewis Carroll

autor:Lewis Carroll [Carroll, Lewis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico, Ensayo, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 1959-12-31T23:00:00+00:00


«Tentetieso estaba en la tapia

y se dio el gran batacazo.

Los caballos y los hombres del Rey

no pudieron volverlo a subir a lo alto.»

—Ese último verso es demasiado largo para la poesía —añadió ella misma, casi en voz alta, olvidando que la oiría Tentetieso.

—Deja de charlar contigo misma de esa manera —dijo Tentetieso, mirándola por primera vez—, y dime tu nombre y ocupación.

—Me llamo Alicia, pero…

—¡Qué nombre más estúpido! —interrumpió Tentetieso con impaciencia—. ¿Qué significa?

—¿Tiene que significar algo un nombre? —preguntó Alicia dubitativa.

—Naturalmente —dijo Tentetieso con una risa seca—: el mío significa lo que soy…, y una figura bien elegante que tengo, por cierto. Con un nombre como el tuyo podrías tener cualquier forma, casi.[2]

—¿Por qué está sentado ahí completamente solo? —dijo Alicia, no queriendo empezar una discusión.

—¡Pues, porque no hay nadie conmigo! —exclamó Tentetieso—. ¿Creías que no iba a saber contestar a eso? Venga, haz otra pregunta.

—¿No cree usted que estaría más seguro en el suelo? —prosiguió Alicia, sin la menor intención de proponer un acertijo, sino simplemente movida por su amable preocupación por el extraño ser—. ¡Esa tapia es estrechísima!

—¡Qué tremendamente fáciles son los acertijos que planteas! —gruñó Tentetieso—. ¡Pues claro que no lo creo! Si llegara a caerme, cosa que no es posible, pero si me cayese… —aquí frunció los labios y adoptó una expresión tan solemne e importante que Alicia apenas podía contener la risa—. Si llegase a caerme —continuó—, el Rey me ha prometido… ¡ah, puedes palidecer, si quieres! No creías que iba a decir eso, ¿verdad? El Rey me ha prometido, con su propia boca… que… que…

—Enviará a todos sus caballos y a todos sus hombres —interrumpió Alicia, indiscretamente.

—¡Vaya, me parece bastante feo! —exclamó Tentetieso, en un acceso de súbito malhumor—. ¡Has estado escuchando en las puertas, detrás de los árboles… y al pie de las chimeneas…; de lo contrario, no lo sabrías!

—¡Pues no lo he hecho! —dijo Alicia con mucha suavidad—. Viene en un libro.

—¡Ah, bueno! Puede que escriban esas cosas en un libro —dijo Tentetieso en un tono más calmado—. Es lo que llaman Historia de Inglaterra, ¿no? ¡Pues ahora mírame bien! Aquí donde me ves, he hablado con un Rey, nada menos; puede que no vuelvas a ver a nadie más que lo haya hecho; ¡y para demostrarte que no soy orgulloso, puedes estrecharme la mano![3] —y sonrió casi de oreja a oreja, al tiempo que se inclinaba hacia adelante (con lo que estuvo cerquísima de caerse), y le ofreció la mano a Alicia. Ella le observó con cierta inquietud al cogérsela. «Si sonriese mucho más, se le podrían juntar por detrás las comisuras de la boca», pensó; «¡y entonces no sé qué le pasaría a su cabeza! ¡Me temo que se le separaría!».



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